
Cuando llegamos a Palawan, la visita a la cárcel sin rejas en puerto princesa estaba en nuestros planes.
Os podéis imaginar una prisión sin muros, una prisión donde los alrededores estén compuestos por grandes campos de arroz y alguna que otra casita de bambú.
Una prisión donde el método de reinserción funcione hasta un 90%. Que el nivel de seguridad se remita a un guardia con una porra y una valla de hierro como las que podemos tener en un colegio.
Esta prisión existe, se llama Iwahig y se encuentra en Filipinas, concretamente en puerto princesa, Palawan.
¿A quién no le puede resultar excitante e interesante ir a visitar una prisión? Y si además le añades el agravante que la prisión no tiene muros y estos son cambiados por palmeras resulta mucho más que interesante.
Pues si con eso no tenéis suficiente, le podemos añadir que los presos de la prisión de mínima seguridad pueden salir del recinto donde duermen, para poder trabajar tanto en el campo como en casas de familias que residen dentro de la parcela de la prisión.

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Cárcel sin rejas en puerto princesa
La cárcel sin rejas en puerto princesa se compone de ni más ni menos que 26.000 hectáreas.
Dentro de estas hectáreas existen 3 prisiones diferentes la de máxima seguridad, la de seguridad media y la de mínima seguridad.
Los presos se diferencian por distintas razones, pero la más obvia es por el color de la camisa.
Las camisas de color naranja pertenece a los presos de máxima seguridad, ellos no tienen el derecho a salir del recinto, en la prisión de máxima seguridad hay muros, vallas y todo tipo de seguridad.
Cuando visitas la prisión de máxima seguridad solo puedes mirar por un estrecho hueco que hay, dónde podrás ver la cara de algún preso que se encuentre por ahí.
La camiseta de color azul pertenece a los presos de media seguridad. Solo algunos afortunados pueden salir a trabajar fuera del recinto donde viven.
Ahí sí que hay muros y vallas, aunque menos que en la de máxima seguridad. Cuando la visitas tienes más visibilidad y puedes ver cómo se relacionan en el patio.
Finalmente las camisetas de color marrón pertenecen a los presos de mínima seguridad, todos ellos tienen el derecho a poder salir del recinto donde viven y poder trabajar para luego regresar a las 4:00 pm.

Esta prisión es la que sí que no tiene muros, sino una pequeña valla que como ya hemos comentado podríamos encontrar en el cole de un colegio.
Por el trabajo que hacen se les paga un sueldo mínimo que recibirán cuando salgan de prisión.
Condiciones de los presos de mínima seguridad
La cárcel sin rejas en puerto princesa tiene un sistema de reinserción bastante desarrollado.
Los presos que se encuentran en la cárcel de mínima seguridad están a punto de salir o les queda realmente poco para volver a la realidad.
Por ello les dan la oportunidad de trabajar ya sea en el campo o en casas de familias, para así aprender un oficio si es que no lo tenían.
A los presos que estén casados y tengan familia, se les permite ir a vivir al recinto de la cárcel sin rejas en puerto princesa. En cambio los que no estén casados carecen de este derecho.

Realmente los presos de la prisión de mínima seguridad son bastante “libres” para estar encerrados, cuidan animales, jardines botánicos y tierras, se mueven libremente en bicicleta con una sonrisa en la cara mientras te saludan y te preguntan de dónde eres.
Cuando visitas la primera prisión que es la de mínima seguridad, un guía miembro de la cárcel te hace una visita, das la vuelta a todo el recinto de la cárcel y puedes ver como es su vida, realmente parece un pueblo muy pequeño, con sus huertos, su cocina y todos sus miembros.

Cabe destacar que la prisión es solo de hombres.
Es una paradoja bastante alucinante el bajo nivel de seguridad que encuentras en la cárcel sin rejas de puerto princesa.
Justo en la entrada de la prisión hay un policía con un arma que te saluda y te deja entrar por una puerta grande, este ni te registra, ni te pide identificación, no les importa si llevas nada en la mochila o en los bolsillos.
Luego entras en un supermercado en la ciudad y te registran como si fueras tú el prisionero, por no hablar de los coches, a quienes vigilan uno a uno que no lleven bombas debajo del coche o dentro del maletero.
Los motivos de los prisioneros para entrar en el penal
Los motivos por los cuales los presos entran en la prisión son muy diferentes.
Unos pueden entras por haber robado, otros por temas de drogas, otros por haber matado, otros por pirómanos…
Cuando los presos entran en la prisión hay un comité de personas encargadas de decidir a qué prisión irá el preso, en función del crimen cometido se les interna en una prisión de un nivel de seguridad u otra.
Poco a poco con el tiempo y buen comportamiento los presos van pasando a una prisión de menos seguridad.
Cuando haces la visita a la cárcel sin rejas en puerto princesa hay un momento cuando ya has visitado las 3 cárceles dónde puedes entrar en un pequeño edificio, donde puedes comprar algún recuerdo que han hecho los mismos presos, aún así si hay intención de comprar es mejor hacer la compra directamente a un recluso.
Ahí un grupo de presos a quienes les encanta bailar, te van hacer unas coreografías realmente trabajadas y tendrás la oportunidad de hablar con ellos.
Cuando nos hicieron los diferentes bailes quedemos alucinados del buen rollo que transmitían, una energía tan positiva, se notaba que les gustaba lo que hacían.
Muchos aprendieron en la cárcel a bailar y así han formado un grupo y sorprenden al visitante con sus pasos, hasta han salido de la cárcel para ir a bailar en algún evento.

Una vez finalizado el baile tienes la oportunidad de hablar con ellos, que te expliquen cómo es la vida dentro, como les tratan y porque están ahí.
Cuando pudimos hablar con ellos y preguntarles ciertas preguntas, la impresionante cárcel sin rejas en puerto princesa que nos había sorprendido tanto, empezó a revelar algunos secretos que nos habíamos imaginado.
Todo empezó cuando les preguntamos si los policías les pegaban y no nos quisieron responder.
Poco después un preso nos dijo que si queríamos nos podía explicar su historia, nosotros evidentemente aceptamos y nos sentamos en un rincón para estar más tranquilos.
A modo de resumen este chico tenía 27 años, su madre lo abandono en la calle con 8 años, lo único que sabe de ella es que vive en Europa, que tenía un hermano pequeño y de su padre no sabe nada.
A él lo adoptaron unos chicos de la calle y le enseñaron a robar coches, motos, comida…
Un buen día quiso conocer a su hermano y lo encontró:
“Estuvieron un tiempo juntos hasta que un día iban en moto sin casco y la policía los vio, les paró y les pidió que le diera dinero para que no los llevaran en comisaría donde seguramente a causa de la corrupción los meterían en prisión.
El policía los extorsionó y finalmente como no tenían dinero el policía literalmente cogió la pistola y mato al hermano pequeño del preso, delante de tal hecho el preso no supo cómo reaccionar, él que tenía que cuidar de su hermano pequeño y en ese momento un policía lo acababa de disparar…
El preso pensó «ojo por ojo, diente por diente» le cogió la pistola al policía y lo mato.
Nosotros no pensamos que hiciera bien, pero podemos entender que quisiera venganza, a todo esto el preso tenía 16 años.”
Historias como estas se repetían entre los presos, siempre terminaban denunciando la corrupción por parte de la policía en filipinas.
Uno nos dijo que el 80% de los presos que están ahí dentro es a causa de la corrupción, seguramente no sea tanto pero con que solo haya el 40% ya es muchísimo.
La ética de visitar prisiones
Cuando decidimos visitar la cárcel sin rejas de puerto princesa, evidentemente nos cuestionamos hasta que punto visitar una cárcel puede ser ético o no.
Vamos por partes:
Por un lado puede haber la concepción de que dejar entrar el turismo en una prisión puede ser perjudicial para los presos.
También puede parecer una atracción turística, comparable a un zoológico dónde los presos dejan de ser personas para convertirse en simples «objetos que ver y visitar«.
Por otro lado y desde nuestro punto de vista, creémonos que como todo el turismo debe ser responsable.
Si el turista, aunque algunos no quieran aceptarlo pero todos somos turistas en la cárcel, no trata con respeto a los internos, solo va hacer fotos y a deshumanizar a los pobres reclusos entonces mejor que se quede en el hotel y ni se le ocurra visitar.
Pero si el turista responsable, se quiere acercar, quiere informarse, hablar con ellos, ver en qué condiciones viven, poder darles un poco de conversa para poder HUMANIZAR, entonces sí que merece la pena ir.
Poder darle conversa a un preso, que desde lejos se le ven las ganas de explicar su historia o de preguntarte pequeñas cuestiones de cómo ha cambiado la vida ahí.
Nos parece una forma muy útil y buena de ayudar, volviendo a mencionar el concepto que es totalmente merecedor de la palabra, humanizar a los presos, no como otros que los tratan de animales.

Siempre viajando practicamos un consumo responsable y sostenible, ya que de lo contrario estaríamos criticando duramente aquello que hacemos.
Finalmente nos fuimos de la prisión muy pensativos y reflexionando de todo lo que habíamos vistió, oído y experimentado. Fue un día de muchas sensaciones, pero realmente recomendamos ir a visitar la cárcel sin rejas en puerto princesa.